Dentro del arte ancestral de la fermentación se esconde toda una amplia gama de cuestiones de distinto orden. Por su puesto, encontramos en un primer momento la cuestión orgánica de la "fermentación", la cual consiste en el proceso de la transformación orgánica de los alimentos a través de los ciclos naturales que la propia naturaleza va atravesando, generando una espectacular simbiosis entre los millones de microorganismos que habitan en nuestros alimentos. Pero, en un segundo plano, en la fermentación se aloja también toda una política. Fermentar cambia la lógica de consumo, nos convierte de consumidores pasivos a consumidores activos, consumidores creativos.
En un sistema de hiperconsumismo como en el que vivimos, resulta evidente que para las grandes empresas de alimentos y las industrias alimentarias les convengan consumidores pasivos, dispuestos a consumir cualquier cosa que se encuentre envuelta bajo retóricas de lo novedoso y lo saludable. Pero, qué de saludable podrían tener productos que atraviesan grandes procesos de elaboración en los que se matan los miles de microorganismos saludables y de los nutrientes básicos y fundamentales de los alimentos. No te dejes engañar, los mejores alimentos, los más ricos y los más nutritivos son los que desde tus propias manos surgen. O los que pequeñas empresas generan a través de procesos completamente artesanales.
"Fermentar cambia la lógica de consumo, nos convierte de consumidores pasivos a consumidores activos, consumidores creativos."
Al fermentar tus alimentos estás yendo en contra de toda la industria alimenticia que nos vende y ofrece alimentos ultraprocesados carentes de todas la enzimas y nutrientes básicos que éstos contienen. Fermentar consiste también en un cambio en el sistema alimentario y de consumo: pasamos de un sistema basado en lo económico y la hiperproduccion a un sistema autogestivo de producción lenta, creativa, artesanal y sobre todo, realmente saludable. ¿De qué se trata este cambio en el sistema de producción y consumo autogestivo? En primer lugar como mencionamos, se trata de pasar de la pasividad a la actividad. Se trata de ser conscientes de que la pasividad nos convierte en consumidores sin capacidad crítica sobre lo que consumimos. Los consumidores pasivos son los clientes perfectos de las industrias alimentarias.
Pero en segundo lugar y aún más importante, al hacerte creador de nuevas formas de experimentar con los alimentos, como es la fermentación, te haces dueño de tu propio consumo. Retomas el poder y el control de tu propia alimentación. Reduces el desperdicio de alimentos y adquieres la capacidad de probar con sabores nuevos, y realmente nutritivos.
La naturaleza es tan maravillosa que cuando comienzas a experimentar con las distintas fermentaciones que existen, ya sean los tíbicos, el chucrut, kombucha, cerveza, vino etc. éste mismo proceso comienza a recompensarte haciendo que en poco tiempo tengas el doble de lo que comenzaste en un inicio a fermentar, dándote la oportunidad de compartir con tus seres queridos, tus amigos, tus conocidos. Esto nos lleva a experimentar nuevas formas de compartir lo que producimos, nos invita a experimentar las viejas formas de intercambio y consumo como el trueque.
"Al fermentar retomas el poder y control de tu propia alimentación. Reduces el desperdicio de alimentos y adquieres la capacidad de probar con sabores nuevos..."
Así que ya sabes, fermentar no sólo consiste en experimentar con tus alimentos, sino que encierra nuevas formas de concebir nuestra forma de producir y consumir, cambiando la lógica tradicional de consumo. Además de que generas un cambio en tus hábitos alimenticios y por supuesto en tu salud. Recuerda que: En tu plato comienza la revolución!!
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